El Fénix, fracaso compartido
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- El 23 diciembre, 2005
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La desmedida codicia de empresarios mexicanos y extranjeros; la mediocre capacidad de planificación de autoridades del sector, así como la falta de compromiso de la Secretaría de Hacienda hicieron fracasar los planes originales para El Fénix, el proyecto más ambicioso del gobierno foxista en materia energética y tan fastuosamente presumido durante años por el mismísimo presidente.
Lo peor es que, pese a tanta vanidad, se invirtieron esfuerzos y recursos financieros en la planeación de un programa que ni siquiera hacía falta, aunque se impuso sin tomar en cuenta otras opciones: Petróleos Mexicanos tiene siete complejos petroquímicos subutilizados, que si contaran con la materia prima necesaria —crudo tipo olmeca y gas asociado al petróleo— podrían satisfacer la demanda interna y hasta producir volúmenes de exportación.
Ahora, mientras las autoridades niegan lo evidente —la virtual cancelación del proyecto— y los empresarios involucrados impulsan sus propios planes al margen de la paraestatal, la infraestructura petroquímica del país, donde los hidrocarburos elevan exponencialmente su valor de mercado al ser transformados, continúa trabajando a menos de 50% de su capacidad instalada y sin ningún tipo de estímulo fiscal que impulse su desarrollo.
De la apoteosis…
Desde que Ernesto Martens era secretario de Energía (Sener) y Raúl Muñoz Leos director general de Pemex, se concibió el proyecto pero fue hasta septiembre de 2003 cuando se conoce la puesta en marcha de los trabajos de planeación.
Un año más tarde, en octubre de 2004, con Fernando Elizondo en la Sener y el cuestionado (por presuntos actos de corrupción en la paraestatal) Luis Ramírez Corzo en Pemex, el presidente Fox anunció el inicio formal del proyecto, al mismo tiempo que dio a conocer que en la coinversión con la paraestatal estarían las compañías nacionales Indelpro —coinversión de Alfa con la empresa europea Basell— y Grupo Idesa, así como la canadiense Nova Chemicals Corporation.
En ese momento Arturo García, director del Proyecto Fénix, festejó la futura generación de 750 millones de dólares anuales de impuestos; cinco mil empleos directos y diez mil indirectos.
También habló de que la primera etapa consistirá en la realización de un estudio técnico y económico por parte de Pemex Petroquímica y sus nuevos socios para precisar el monto de inversión requerido y determinar la localización del complejo, que podría ser Coatzacoalcos, Veracruz, o Altamira, Tamaulipas.
La inversión estimada para la construcción del complejo fue de aproximadamente mil 900 millones de dólares y se calculó obtener un ingreso anual por ventas de alrededor de mil 500 millones.
Era el momento de recobrar la credibilidad de los inversionistas en proyectos promovidos por el gobierno, en especial por Pemex, decía el ex presidente de la Asociación Nacional de la Industria Química (aniq), Arturo García, quien lamentaba la “situación tan crítica que vivimos al depender de los productos petroquímicos importados. Es ridículo lo que estamos haciendo. Es criminal…”.
Arturo García informó que el plan era que el proyecto iniciara operaciones en el primer semestre de 2009 y que al hacerlo cubriría 80% de la demanda, y remató: “Lo que sigue es construir varios Fénix. Ya tenemos un segundo proyecto”.
Pronto, los gobiernos de Tamaulipas y Veracruz incrementaron su cabildeo para atraer el proyecto a sus respectivas entidades. Hasta crearon áreas de gobierno dedicadas a impulsarlo.
Las autoridades veracruzanas eran las más animadas y la gente de Coatzacoalcos hacía planes que incluían la construcción de viviendas, un tren subterráneo que pasara por debajo del río y nuevos centros comerciales.
… a la incertidumbre
La derrota del panista Gerardo Buganza Salmerón a manos del priista Fidel Herrera coincidió con la caída del ánimo de los habitantes de Coatzacoalcos, pues fueron las páginas de los diarios y comentarios en radiodifusoras de este municipio los que empezaron a evidenciar el fracaso del proyecto.
Poco a poco los tiempos se vencían y nadie atinaba a explicar por qué se tardaba tanto la decisión de la ubicación del futuro complejo.
Más aún, comenzaron a circular diversas versiones, publicadas en las principales columnas financieras, que dieron cuenta de que supuestamente la Secretaría de Hacienda y Crédito Público no aceptó la petición de los socios del sector privado de contar con un precio de la materia prima —la llamada gasolina natural— por debajo del precio del mercado spot, es decir, un subsidio al gas (calculado en 300 millones de dólares al año).
Los empresarios comenzaron a desesperarse y los funcionarios a dar explicaciones que a nadie convencían.
En Veracruz el gobernador Fidel Herrera daba difusión a la nueva propuesta de la paraestatal: invertir 400 millones de dólares en la ampliación de los complejos petroquímicos de Pemex, Morelos y La Cangrejera.
Entrevistado en Coatzacoalcos, el director de Pemex Petroquímica comentó: “… hemos cambiado un poquito la configuración del proyecto. Espero que acepten esta nueva configuración que conlleva a la no necesidad de un descuento en el precio de la materia prima”.
Desde el sector privado los empresarios mexicanos incrementaron sus críticas: los representantes de la aniq aseveraron que “los cambios en la estrategia del proyecto envían una señal negativa al mercado internacional”. No es factible invertir en plantas ya existentes porque cuentan con “equipo obsoleto”, señalaron.
Por otro lado, los representantes de la industria del plástico declararon en entrevista para el programa Energía en radio que transmite abc, que para sus cuatro mil 200 empresas —de las cuales 92% son micro— es preocupante el desabasto que hoy se tiene de petroquímicos y sería “catastrófico” que no se concretara El Fénix.
En tanto, en el gobierno federal el secretario de Energía, Fernando Elizondo, y el coordinador de Políticas Públicas de la Presidencia de la República, salían al paso de las versiones que daban por hecho la cancelación del proyecto, negándolas y aduciendo que continúan los trabajos.
Las razones
El periodista Jesús Hernández Tea publicó hace poco en el Diario del Istmo en Coatzacoalcos una especie de colofón del fracaso del proyecto. Dijo en su columna del 14 de julio que “como ya lo había anticipado —con base en información de primera mano de la Cámara de Diputados—, la frustración de dicho plan se debió:
“…al desencanto de los principales inversionistas por el costo del gas… pues Pemex no podría suministrarles gas a un precio menor que al que compra en el extranjero —un promedio de seis o siete dólares por millón de btu tomando como punto de referencia el mercado del sur de Texas— ya que la virtual empresa estaría en un mayoritario 51% en manos de los inversionistas privados”.
De esta manera, escribió el columnista —basándose en un informe de la Cámara de Diputados—, “el proyecto pierde su atractivo por resultar objetivamente irredituable para los ambiciosos inversionistas canadienses y mexicanos”. Esto sin contar que tampoco agradó a los inversionistas la idea de que el sindicato petrolero controlara la nueva plantilla de trabajadores.
A juicio de Felipe Ocampo, especialista en el sector petrolero, los neoliberales “cayeron en su propia trampa al inventar los precios de transferencia internacionales y que son iguales a los que en el mercado internacional se venden entre dos compañías diferentes y que se publican en ciertas revistas, pues ninguna compañía en el mundo utiliza estos precios para evaluar proyectos y por lo tanto ese proyecto no fue posible” al no ser viable financieramente.
Por su parte, el diputado federal del prd, Pablo Franco, acepta que dicho proyecto podría obedecer sólo al compromiso del presidente de la república de hacer inversiones que beneficien a los empresarios que en algún momento apoyaron su campaña.
Reactivar petroquímica
Mario Galicia y Moisés Flores de la Unión de Trabajadores de Confianza de la Industria Petrolera opinan que el proyecto Fénix ni si quiera tenía razón de ser, pues Pemex cuenta con la infraestructura necesaria en sus siete complejos petroquímicos para satisfacer la demanda interna, e incluso exportar, como hace años lo hizo, cuando producía 20 millones de toneladas (hoy son cinco) y representaba 5% del pib nacional.
La propuesta es hacerlos trabajar a su máxima capacidad y no a menos de la mitad como hoy sucede. Las ganancias serían de alrededor de 650 millones de dólares al año y las inversiones no tendrían que ser tan significativas, incluso en algunos casos basta con dotarlas de la materia prima: crudo tipo olmeca y gas asociado al petróleo.
Aceptan que en algunos casos hay equipo obsoleto, pero es muy factible su modernización, misma que iría a la par de su total funcionamiento.
En cuanto a la tecnología, señalan que es un mito eso de que sólo los extranjeros cuentan con ella, pues está al alcance de cualquier empresa en el mercado internacional. “Incluso Nova Chemical adquiere parte de su tecnología petroquímica, al igual que lo hacen muchas otras compañías del ramo, incluido Pemex”.
Los especialistas entrevistados se dicen extrañados por el hecho de que “los encargados de Pemex Petroquímica y otros funcionarios impulsen El Fénix para producir polietileno, pero tienen las plantas de polietileno de la paraestatal a baja capacidad y las del complejo de Escolín prácticamente paradas”, por ejemplo.
Además, afirman, “primero exportan etileno; luego dicen que no podemos producir polietileno porque no hay etileno”; y en el “lado de aromáticos, dicen no hay, pero destruyen la producción de aromáticos bajando la capacidad de proceso de las plantas de La Cangrejera porque no hay materia prima, que son naftas, las cuales se obtienen del crudo, y el crudo que más nafta tiene es el olmeca, que se exporta, y aquí para las plantas de La Cangrejera y otras se usa el maya, que tiene menos”.
Desde hace tiempo los entrevistados vienen dando una lucha precisamente por la reactivación de la industria petroquímica, donde “está la verdadera ganancia de los hidrocarburos” (pues el precio del crudo multiplica su valor hasta 22 veces al ser transformado en petroquímico), pero lo que han visto es exactamente lo contrario: su desmantelamiento y abandono.
Ahora, mientras las autoridades dicen que El Fénix no se ha cancelado (pero al mismo tiempo anuncian que en 2006 pondrá en operación una planta más en el Complejo Morelos, que será construida, entre otras, por la japonesa Mitsubishi Heavy Industries y requiere una inversión de 104 millones de dólares) los principales socios, Nova Chemicals Corporation y Grupo Idesa, concretaron una alianza ciento por ciento privada para crear una nueva empresa petroquímica que ubicarán en Apizaco, Tlaxcala.
Son los mismos socios que al no recibir subsidios al gas natural ni contar con las cuantiosas inversiones de Pemex prefieren ahora hacer por su cuenta lo que les está permitido desde hace años: invertir en petroquímica, pero que por alguna extraña razón no realizan.
Por: José Antonio Caporal
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Fuente: Revista Vértigo
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