El desarrollo tecnológico como pilar del desarrollo nacional
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- El 12 noviembre, 2007
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Aunque los tecnócratas apátridas neoliberales lo nieguen, y sigan afirmando que “es igual producir acero o caramelos”, es una verdad irrefutable que las inversiones en desarrollo tecnológico son las que poseen mayor efecto multiplicador sobre la economía nacional, principio aplicable a Argentina, al Mercosur, a las Potencias Emergentes o al G8; e incluso al mundo totalmente subdesarrollado.
El largo cuarto de siglo retrógrado y oscurantista de la “segunda época infame” -1976-2001-(la primera década infame fue la de 1932-1943), se ensañó particularmente contra todos los entes tecnológicos nacionales, y con especial énfasis en la “década de exacerbación de la infamia” (1989-2001) cuando el mal recordado iracundo “superministro” de aquel entonces “mandó a los científicos a lavar los platos”.
Como “perlitas” a recordar cabe mencionar que el abrupto y hostil freno al Plan Nuclear Argentino (el gran orgullo tecnológico nacional), y el desquicio impuesto a la educación pública, no fueron obra del malhadado “proceso” sino de los “demócratas declamatorios” instalados desde 1983 en adelante, quienes en los hechos continuaron y profundizaron las medidas neoliberales impuestas por la fuerza desde la gestión soberbiamente antinacional de Martínez De Hoz.
Afortunadamente y a duras penas algunos importantes entes tecnológicos sobrevivieron, y en los últimos años están resurgiendo, si bien más lentamente que lo que sería deseable para el bien de La Patria.
Respecto a los entes relacionados con la actividad nuclear, centrada en la Comisión Nacional de Energía Atómica, pero fecundamente multiplicada en diversos entes que nacieron de aquel núcleo creativo, resulta admirable pero nada sorprendente para los que conocemos el vasto efecto multiplicador de las actividades científicas, constatar la variedad de actividades y campos de investigación pura y aplicada en los que se multiplicaron sus actividades.
Pero para consolidar esos vastos desarrollos tecnológicos y a la vez proveer los recursos financieros imprescindibles para evolucionar rápida y positivamente, el mercado nacional debe estar debidamente protegido para servir de base de sustentación que permita también conquistar nuevos mercados en el exterior.
Tal es en esencia la política proteccionista de las “áreas sensibles” practicada por las grandes potencias y las potencias emergentes. Y es la política que debemos implementar para encaminarnos firmemente al desarrollo autosostenido.
La adjudicación del programa de radarización y la producción de aerogeneradores eólicos, están entre los casos más sensibles e importantes que deben reservarse a la producción nacional. En ambos el INVAP (empresa estatal vinculada al Sector Nuclear Nacional) está en condiciones de abastecer al mercado nacional, ganando en tal caso experiencia, más prestigio y recursos financieros que sirvan de base para consolidar su sólida política de exportaciones de tecnología y de bienes de capital con altos niveles de tecnología de propia creación.
Cabe la salvedad que en el caso de los aerogeneradores, IMPSA (Pescarmona) es otra empresa argentina, en este caso privada, capacitada para producirlos, y también debería tener prioridad respecto a eventuales proveedores extranjeros.
A la vez, debe rechazarse de plano la trasnochada iniciativa (enunciada por un alto funcionario del área energética) de importar aerogeneradores usados, pues además de adquirir “ferretería de descarte” se compraría tecnología ya anticuada, y se daría un duro golpe negativo a la industria argentina de alto nivel tecnológico.
Sería tan absurdo como autorizar la importación de autos usados (chatarra de lujo en definitiva) a precios de descarte.
Estas afirmaciones no significan contradecir las recurrentes afirmaciones vertidas por quien suscribe, respecto a las limitaciones de la energía eólica; no competitiva económica, ambiental ni técnicamente respecto a las energías hidroeléctrica y nuclear, cuyos desarrollos deben ser prioritarios respecto a los aerogeneradores.
Pero las inversiones en aerogeneradores que se concreten, que sirvan para el desarrollo industrial y tecnológico argentino, ¡no para dilapidar divisas en el extranjero en bienes y desarrollos tecnológicos que pueden desarrollarse en Argentina!
Por: Carlos A. Ortiz
Ex Docente – Investigador – FCE – UNaM = Especialista en la Temática Energética
Cursante de la Maestría en Gestión de la Energía
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