Corpus, Garabí y Roncador requieren definiciones
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- El 28 abril, 2010
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Después de largas décadas de indefiniciones, de dilaciones sin otro justificativo real que la carencia de Políticas de Estado conducentes al desarrollo socio económico, cuando no de preeminencia de los intereses mezquinos y sectoriales por sobre los Intereses Nacionales; objetivamente se constata la existencia de una fuerte decisión estatal para concretar grandes obras de infraestructura energética, evidenciándose a la vez un positivo cambio de rumbo en la matriz excluyentemente gasífera que se implementó en los nefastos años de la década del ’90. Rumbo neoliberal y termoeléctrico (preeminencia de petróleo y gas sobre otros tipos de generación eléctrica) ya insinuado desde el “proceso” y sus sucesores.
Ese profundo cambio en la Política Energética tuvo su punto de inflexión en 2006, año en el que se anunció la decisión –altamente estratégica- de concluir la Central Nuclear Atucha II, y a la vez se delinearon estímulos para varias hidroeléctricas con proyectos largamente postergados. Posteriormente se comenzó la construcción del reactor modular CAREM (el primero a instalarse en Formosa), y se avanza hacia la concreción de Atucha III (del doble tamaño que Atucha II).
Después de ello –en algunos casos con dilaciones casi inevitables, ante las necesarias actualizaciones de proyectos-, se comenzaron varios tramos de redes de alta tensión, de primerísima importancia para la integración eléctrica de nuestro vasto territorio continental. Por primera vez en la historia, pasamos a tener un solo gran Sistema de Interconexión, uniendo el Sistema Central con el Patagónico.
A la vez, aunque a un ritmo menor al que quisiéramos los que anhelamos un gran crecimiento de la infraestructura para sustentar el desarrollo, se está trabajando en las interconexiones directas de los subsistemas Comahue – Cuyo, y NEA – NOA, de redes de alta tensión.
En Cuyo se terminaron dos hidroeléctricas y existe otras en trámite de realización. Son obras de aprovechamiento múltiple, pues también proveen agua para el regadío y consumo humano, extendiendo las fronteras agropecuarias.
En la región del Comahue, Chihuido I es una gran central hidroeléctrica –largamente postergada- hoy en construcción.
En Santa Cruz recientemente se licitaron las megas centrales hidroeléctricas La Barrancosa y Cóndor Cliff, obras de gran relevancia no solo energética sino también geopolítica. Estas obras estuvieron postergadas por décadas, en base a las presiones de los “lobbies” liberales y petroleros anglosajones; en las últimas décadas entusiastamente apoyados por los fundamentalistas de la ecología, manejados y financiados en buena parte desde Gran Bretaña.
La usina termoeléctrica de Río Turbio, en construcción, operará prácticamente al pie de la mina carbonífera, abaratando costos y disminuyendo la alta y nociva dependencia de gas natural y el petróleo que adolece Argentina. A la vez, le brinda mercado a la carbonífera estatal.
El Gasoducto Transmagallánico aumentará significativamente la oferta de gas natural propio en el Territorio Continental Argentino, el cual antes solamente se derivaba hacia Chile; mientras que el Gasoducto del NEA –por fin próximo a concretarse- además de saldar la deuda de La Nación con el postergado Nordeste Argentino, también incrementará la oferta de gas natural a todo el sistema interconectado a la red de gasoductos.
Con todo ello se advierte –objetivamente- que existe una coyuntura muy favorable para concretar grandes proyectos energéticos de real importancia energética y geopolítica, otrora largamente postergados no solo por “la maquinaria de impedir” (a la cual me referí en varios de mis libros y artículos precedentes), sino principalmente por los sutiles pero siempre presentes intereses de las petroleras y gasíferas extranjeras, y de la subsidiaria generación termoeléctrica (la que quema precisamente petróleo y gas natural).
También se está avanzando en la concreción de algunos parques eólicos, importantes para la diversificación de la oferta eléctrica, si bien no cabe calificar a esta tecnología –costosa y limitada técnicamente- como “la gran solución energética”. Es un complemento marginal, nada más.
En ese marco de grandes realizaciones, extremadamente favorable para avanzar hacia la concreción de las grandes hidroeléctricas binacionales de Corpus, Garabí y Roncador –muy necesarias para los tres países involucrados-, cuesta entender la tibieza o reticencia de brindar decididos apoyos críticos, por parte de los diversos estamentos de las dirigencias de Misiones y Corrientes.
Estas tres obras poseen una extraordinaria importancia geopolítica, energética, económica y ambiental.
No solo proveerán miles de puestos laborales directos e indirectos durante las etapas de construcción (lo cual no es poco en el entorno de bajos salarios y desocupación disfrazada crónica, de Corrientes y Misiones).
Las regalías (importantes sumas que no deben confundirse con las indemnizaciones, y que parcialmente deben ser volcadas a los municipios cercanos), la provisión de energía eléctrica a precio diferencial, la amplia y segura provisión de electricidad, la factibilidad de concretar desarrollos industriales de mediana y alta complejidad (electrointensivos), los cuantiosos ahorros económicos y ambientales al evitarse quemar petróleo o gas natural (corrigiendo a la vez el pernicioso sesgo gasífero de la matriz energética argentina), y la cierta factibilidad que cumplido el período de pago de dichas obras, las partes argentinas de las mismas pasen a pertenecer y ser manejadas por Misiones y Corrientes (según el caso de cada obra); son los principales fundamentos para impulsar estas grandes obras como Políticas de Estado de estas dos provincias; siempre desde una postura crítica pero constructiva.
Seguir en el marco de tibiezas e indefiniciones actuales (de prácticamente casi todo el arco dirigencial) constituye además de una muestra de medianía y falta de espíritu de grandeza, una clara oposición al compromiso con los Grandes Objetivos Nacionales, de los cuales el desarrollo socio económico es una de las grandes prioridades.
Debe recordarse que no hay peor contaminación que la generada por la miseria extrema, para salir de la miseria debemos desarrollarnos, no hay desarrollo socio económico posible sin contar con grandes y crecientes volúmenes de energía eléctrica, la energía hidroeléctrica es la más económica y menos contaminante de las energías disponibles para generar electricidad en gran escala.
Por: Carlos A. Ortiz
Ex Investigador y Docente = Facultad de Ciencias Económicas = UNaM
Especialista en Gestión de la Producción y Ambiente – Fac. de Ing. = UNaM
Tesista de la Maestría en Gestión de la Energía = UNLa – CNEA
Docente de Economía – Esc. Normal 10 – Nivel Terciario
Docente de la Diplomatura en Geopolítica – Inst. Combate de Mbororé
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