Chile, terremotos y represas
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- El 5 mayo, 2010
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Realmente conmueven las noticias que revelan el profundo sufrimiento que en estos días asola al pueblo trasandino.
¡Terribles y devastadores los efectos de la naturaleza! Y ante el dolor humano solo resta evidenciar el respeto, la solidaridad activa, la mano fraterna extendida, tal como siempre lo hizo Argentina (y como no siempre recibimos igualdad de trato de toda la región).
Es interesante constatar que de acuerdo a equilibradas expresiones vertidas por los especialistas en sismología, el terremoto (o más bien la sucesión de grandes temblores) que asolaron a Chile, fue un conjunto de sismos y réplicas de una magnitud exponencialmente mucho mayor que el sismo que destruyó a Haití.
Pero los daños en Chile fueron –notablemente- mucho menores que en Haití. Eso es directa consecuencia de estar mucho mejor preparado para estas contingencias el país vecino, en el cual todas sus construcciones deben ser antisísmicas. Con ello, los daños infligidos por los temblores son mucho menores que los ocasionados en construcciones comunes, y mucho menores que si se los compara con construcciones precarias, propias de entornos de miseria estructural profunda, como padece la isla francófona caribeña.
Enfaticé antes el concepto del “deber ser”, pues aparentemente –corrupción mediante- también en Chile se habrían soslayado las severas normas constructivas antisísmicas, en varios casos de edificios y autopistas que colapsaron, y eso estaría afectando de antemano al propuesto gabinete neoliberal de Linera, aún antes de asumir. O sea que “el modelo chileno”, tan enfatizado por los voceros del neoliberalismo de Argentina, muestra gruesos flancos extremadamente vulnerables, pese a los retoques cosméticos de los mercenarios del periodismo servil.
Pero analicemos un aspecto particularmente importante, a los efectos de ciertas afirmaciones usualmente tremendistas, de los “terroristas mediáticos” de la ecolatría. Estos personajes también, al igual que el periodismo mercenario y servil, son peones dóciles del neoliberalismo apátrida y globalizante.
Según datos de muy buenas fuentes, recabados recientemente, ninguna presa ha sufrido daños de relevancia ni mucho menos, entre las muchas que tiene construidas Chile (tanto para generar electricidad, como para abastecimiento de agua). Como son construidas “bajo las reglas del arte” (o sea bajo severas reglas de seguridad antisísmica), las presas chilenas soportaron perfectamente los muy intensos temblores ocasionados por las “olas sísmicas” que devastaron otro tipo de construcciones (edificios, carreteras, autopistas, etc.).
Para quienes estamos en el tema, esto no es nada nuevo. En todo el mundo abundan ejemplos de extrema durabilidad y fortaleza de las presas bien construidas. Por ejemplo, Turquía es un país asentado en una extensa área de reconocida inestabilidad sísmica, y recurrentemente padece fuertes terremotos. También allí, producto de la corruptela, muchos edificios colapsaron, por no haberse respetado las normas antisísmicas. Pero las muchas presas hidroeléctricas –bien construidas-, soportaron esas catástrofes sin sufrir daños.
Rescato una contundente frase del ingeniero argentino Don Juan Carmona, reconocido especialista internacional en estructuras antisísmicas. Refiriéndose a las presas para almacenamiento de agua, construidas por los romanos, y aún en servicio en Italia (zona sísmica), en España y otras naciones actuales, sintetizó diciendo “las presas bien construidas, son prácticamente eternas”.
Compárese eso con las falsedades de la impresentable Comisión Mundial de Represas (financiada por petroleras y fabricantes de usinas térmicas), que afirmó –contra todo dato de la realidad- que la vida útil de las presas no excede los 40 años. ¡Y no faltan fanáticos irresponsables que repiten tamañas mentiras técnicas!
Compárense esos irrefutables datos de la realidad, con las prédicas apocalípticas de los “terroristas ecológicos”, que continuamente viven inyectando falsos temores, en base a muy mal intencionadas campañas mediáticas, atemorizando a la población de nuestra región.
Detrás de esas campañas anti hidroeléctricas, se advierten los intereses a veces coaligados, de las grandes petroleras anglosajonas, de los fabricantes e importadores de usinas termoeléctricas, de los intereses vinculados con ello (transportistas de combustibles, proveedores varios, “especialistas” al servicio del establishment, etc); en los últimos años los intereses de los que pugnan por llenarnos de “ventiladores” eólicos de dudosa eficiencia y altos costos por KWh; de los otros que nos quieren ver tapados por infinitos y muy poco productivos paneles solares; así como de aquellos que apuestan al subdesarrollo crónico de Argentina, para seguir siendo intermediarios y “gerentes” de intereses foráneos que pretenden ventajas leoninas a costa de nuestra miseria colectiva.
Por: Carlos A. Ortiz
Ex Investigador y Docente = Facultad de Ciencias Económicas = UNaM
Especialista en Gestión de la Producción y Ambiente – Fac. de Ing. = UNaM
Tesista de la Maestría en Gestión de la Energía = UNLa – CNEA
Docente de Economía – Esc. Normal 10 – Nivel Terciario
Docente de la Diplomatura en Geopolítica – Inst. Combate de Mbororé
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