Botnia y nuestro mensaje hipócrita
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- El 19 mayo, 2010
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Estimados Estrucplan: Adjunto les envío artículo de mi autoría publicado en el diario El Territorio de Misiones, que puede ser de interés para sus lectores.- Atentamente.-
Dr. Miguel Angel ALTERACH(hijo), Abogado, Escribano, ex- Ministro de Educación y ex- Ministro de Ecología de la Provincia de Misiones.- |
Asunto zarandeado si los hay, el generado por la instalación primero, y posterior puesta en marcha de la planta celulósica, en Fray Bentos, Uruguay, originariamente propiedad de la finlandesa Botnia. La reacción de los habitantes de la entrerriana Gualeguaychú, ante la posibilidad de contaminación no se hizo esperar, tres años de corte del puente internacional que une ambas localidades fue la defensa esgrimida.- Y la condición “sine qua non” de la asamblea ambientalista, fue, que para que el piquete internacional sea levantado, la papelera debía relocalizarse. Idas y vueltas, acusaciones y descargos, de ambos gobiernos, incluso desde la gestión del anterior presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, y de nuestro anterior presidente Néstor Kirchner, desembocaron en un pedido de mediación, en definitiva de la Corte Internacional de La Haya.- La verificación científica de los efluentes de la fábrica arrojó resultado negativo en cuanto a la virulencia del impacto ambiental que se esperaba. Esto, que en definitiva resultaba el quid de la cuestión, fue ratificado por el tribunal internacional, atenuándolo con la certeza de incumplimiento de la legislación regional por parte de Uruguay. Ahora, es a todas luces una tarea sumamente ardua para el Gobierno nacional, que oportunamente, en lugar de esclarecer la problemática ambiental, cuando todavía se podía, y atenuar la protesta, demagógicamente la incentivó. Pero lo preocupante, son las incoherencias en las que se cae, cuando una Nación, como la nuestra, carece de políticas de Estado, y contragolpea o reacciona paradojalmente, llegando a desconocer o hacer la vista gorda a problemática similar, pero planteada dentro de nuestras propias fronteras, y donde se tiene jurisdicción plena, sin necesidad de recurrir a tribunal arbitral alguno. Por otra parte, tenemos una sociedad, que hace poco más de veinticinco años, comenzó a tomar conciencia de la problemática ambiental, tomando un mayor protagonismo y compromiso, que a su vez ha tenido un correlato institucional, con la creación por ejemplo, de la Secretaría de Medio Ambiente, en la Nación, y aquí el Ministerio de Ecología. Y esto es bueno, pero hay algo que no se compadece con nuestra situación de país que vive en la precariedad económica, y que por ende todavía no tiene resuelto el problema del desarrollo de sus fuerzas productivas, y es la actitud ultrista, que han resuelto adoptar algunos grupos ambientalistas, que se oponen irracionalmente, al desarrollo económico.-
Porque en una sociedad donde casi el 40 % de la población es indigente o pobre, las alternativas de zanjar la situación, pasan solamente por incrementar inversiones, sobre todo las manufactureras, que permitan transformar nuestras todavía mayoritarias estructuras primarias de producción.- Pero es aquí, donde la razonabilidad del Estado, que no debe ser prescindente, sino orientador, debe establecer las prioridades, y aún, el perfil de las industrias, que hoy por hoy, deben ser cada vez mas amigables con el medio ambiente, de la mano de la mayor incorporación tecnologíca. Y es por eso también, que desde hace pocos años, se prefiere adoptar una actitud menos cavernaria, y hablar de desarrollo sustentable, apostar a la protección ambiental, sin renunciar al desarrollo. La recurrencia a las vías de hecho, en la resolución de conflictos de esta naturaleza, demuestran la ausencia de un Estado Nacional orientador y conciliador, y la fragilidad de nuestro Estado de Derecho. Y en el tema Botnia, además, las incoherencias de nuestra diplomacia, que podemos traducir en el adagio “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”.
La Argentina, hace mucho más de cincuenta años, ha venido desarrollando, con nuestros vaivenes naturales, una industria celulósica, todas ellas sobre el río Paraná. Y Misiones, ha sido y sigue siendo testigo y protagonista de una convivencia con esta industria, que en nuestra provincia tiene tres fábricas, con distinto grado de aptitud tecnológica. Incluso en una de ellas ha sido el propio Estado Provincial el impulsor, en la década del setenta, me refiero a Papel Misionero. La otra, emprendimiento netamente privado, Alto Paraná S.A., originariamente de capitales argentinos, desde hace unos años chilenos. Y una última, heredera de Celulosa Argentina, la más antigua del país, Celulosa Puerto Piray, ubicada en la localidad homónima, y con tecnología absolutamente obsoleta, cuyos efluentes se vuelcan crudos al río Paraná.
Las dos primeras han realizado ingentes inversiones para el tratamiento adecuado de los efluentes industriales; la última, a pesar de multas y clausura, volvió a operar, ahora bajo administración de los operarios, sin haber cumplido con un mínimo de las inversiones requeridas en mitigación ambiental. Debe quedar claro, las papeleras constituyen el salto cualitativo necesario en el proceso de transformación de la madera implantada, para ello el propio Estado Nacional, a través de la entonces Ley 25080, con fondos en definitiva del pueblo, viene promoviendo los bosques cultivados. Ello permite quitar presión a la explotación del bosque nativo, principalmente en Misiones que todavía los tiene, y alienta al sector industrial de madera implantada, pero aleccionándolo que a su vez se va haciendo imperioso incursionar en la certificación ambiental con parámetros adecuados para poder competir con algún éxito en el mercado internacional. Es por ello, que no podemos constituirnos en un Estado y una Comunidad hipócritas, amenazando y enturbiando las relaciones internacionales con los países vecinos, por pecados que también supimos cometer y seguimos cometiendo. No podemos exigir hacia afuera, cuando no lo hacemos hacia adentro de nuestras fronteras. Perfectamente es conciliable la ecuación desarrollo protección del medio ambiente, y hay ejemplos de ello, pero a no volverse paranoico. Para que cualquier estado de cosas llegue a buen puerto, se requiere de algo que ahora, esta faltando, racionalidad, razonabilidad y coherencia tanto en las políticas de Estado, como en el comportamiento de nuestra comunidad.
Por: Miguel Ángel Alterach (h.)
Abogado, Escribano, ex- Ministro de Educación y ex- Ministro de Ecología de la Provincia de Misiones.-
Fuente: Territorio Digital
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