Autos eléctricos: placer, eficiencia, ambiente, salud y economía
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- El 8 septiembre, 2018
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Conducir un auto eléctrico es un placer. No hace ruido, no vibra, no tiene cambios, es suave y su reacción es increíble. Los autos eléctricos cuentan con lo que se llama frenado regenerativo. Al soltar el acelerador, la inercia del vehículo carga la batería, y esto hace que no sea necesario tocar el freno tan frecuentemente como se hace en un auto convencional. Cuando uno se acostumbra a esto de manejar con un solo pie, resulta muy cómodo, y aumenta la autonomía del auto, a expensas de cargar la batería con las disminuciones de velocidad y las bajadas.
Un auto eléctrico consume más o menos unos 14 kWh de energía cada 100 km, dependiendo del terreno, viento, y por supuesto del estilo de manejo del piloto. La computadora de abordo va indicando, entre otras cosas, el parámetro de consumo para que el conductor mantenga bajo control su performance. Un auto eléctrico típico cuenta hoy en día con una batería de unos 40 kWh de energía, con lo cual, su autonomía ronda los 300 km reales.
En comparación con un auto eléctrico, un naftero estándar de los que se encuentran en el mercado argentino consume unos 7 litros cada 100 km. La energía que contiene un litro de nafta es aproximadamente 10 kWh, con lo cual para hacer 100 km este naftero consume unos 70 kWh de energía. La relación entre el eléctrico y el auto de combustión interna es, en términos energéticos, de cinco a uno. Una diferencia importante.
Desde la mirada ambiental, por cada litro de nafta que se consume, se generan 2 kg de dióxido de carbono, que salen del caño de escape directamente a sumarse al efecto invernadero y contribuir al calentamiento del planeta. El eléctrico, no produce gases de efecto invernadero para funcionar. Directamente, no tiene caño de escape.
Y si pensamos en la salud, el auto eléctrico -al no quemar hidrocarburos- no genera ninguna partícula material que provoque enfermedades respiratorias, ni óxido de nitrógeno, altamente toxico, entre otros contaminantes. Y como dijimos más arriba, no hace ruido.
Como posiblemente el lector se maree con datos energéticos y ambientales, vamos a traducir lo dicho anteriormente al idioma del bolsillo, el cual nos pone a todos en un pie de igualdad para comprender el asunto. Para ser exigentes, vamos a incluir en el valor del kilowatt hora los impuestos y los costos fijos que el usuario recibe en su factura. Dentro de este marco, podríamos obtener un valor de cuatro pesos por kilowatt hora (4 $/kWh). Como se indicó anteriormente, el consumo de energía de un auto eléctrico para hacer 100 km es de 14 kWh, con lo cual, el costo de la energía necesaria para hacer esos 100 km en un auto eléctrico sería de $56. Valorizando los 7 litros de combustible que consume el naftero, a $ 30 el litro, resulta que para hacer los mismos 100 km en un auto convencional estaríamos gastando $210. Una relación de casi 4 a 1, si hablamos de dinero.
Esto sin contar que el auto eléctrico casi no tiene costos de mantenimiento. No hay cambios de aceite, filtros, inyectores, bujías, correas, escape, embrague, y otras partes móviles que forman parte del auto convencional.
CARGANDO EL AUTO ELÉCTRICO
La tecnología de las baterías de los autos eléctricos, actualmente basadas en diferentes compuestos de lito, es la que condiciona la velocidad de carga, la autonomía, y también el precio del auto eléctrico. Cuando la tecnología actual se supere y estos tres parámetros se modifiquen, dadas las claras ventajas energéticas, ambientales y de salud del auto eléctrico, sin duda nos volcaremos a esta nueva forma de movernos de manera masiva.
Hasta tanto, hay que pensar que el auto eléctrico trae consigo un paradigma de carga que difiere del auto convencional: la batería no es ni más ni menos que el elemento en el cual se carga y almacena la energía que el auto eléctrico necesita para funcionar. Haciendo un parangón con el auto convencional, la batería es al auto eléctrico lo que el tanque de nafta es al auto convencional. Con una batería de 40 kWh, el auto eléctrico tiene -en función de cómo maneje el conductor, el estado del camino, el viento, etcétera- una autonomía de unos 300 km. Si ese mismo auto tuviese un sistema de propulsión convencional, con un tanque de unos 45 litros, recorrería más o menos unos 650 km.
Cargar los 45 litros del tanque en condiciones más o menos normales lleva unos 15 minutos. En cambio, cargar los autos eléctricos, en general, demora un poco más.
En función del tiempo necesario en el cual la carga se completa, se puede clasificar en rápida, normal y lenta. Las normas técnicas son más específicas en estos temas, pero no es la intención de este artículo profundizar sobre aspectos complejos, y sí -por el contrario- insistir en los aspectos conceptuales del auto eléctrico. La carga rápida puede “cargar de energía” una batería en más o menos 15 minutos. Para realizar esta carga es necesario contar con potencias que arrancan en los 50 kW. Es muy importante destacar que no todos los autos están preparados para cargar en forma rápida.
La carga normal, por su parte, es una carga que demora entre 2 y 6 horas. Las potencias asociadas van desde los 3,5 kW hasta los 7 kW, siendo esta última una potencia razonable y normal para un uso doméstico. La cargar normal se realiza en corriente alterna monofásica. Si se cuenta con un sistema trifásico en un domicilio o comercio, puede aumentarse la potencia a unos 22 kW.
Por último, la carga lenta implica ya tiempos por encima de las 6 horas, y está asociada a potencias del orden de los 2 kW, también en corriente alterna y, en este caso, monofásica. Esta carga es la que típicamente se hace en un tomacorriente doméstico, con un dispositivo de carga pequeño que suelen traer los vehículos eléctricos.
Los tiempos indicados nos llevan a pensar que el auto eléctrico se debería cargar cuando no se usa, y que las situaciones más adecuadas para cargarlo serían en la casa, en el trabajo, o en el estacionamiento durante períodos más o menos largos durante los cuales no lo usemos, como el supermercado, el shopping, o casos similares. El modelo de carga que utilizamos hoy en día con el auto convencional no va a servir para cargar un auto eléctrico, al menos no con las tecnologías actuales.
Sin abrir ningún tipo de juicio de valor, se puede pensar que las petroleras del futuro serán las distribuidoras y cooperativas eléctricas, y que las estaciones de servicio deberán adaptarse a un modelo de negocios que se ajuste a este nuevo concepto, tal vez más cercano al modelo del GNC, pero con un competidor importante, que será la carga domiciliaria, competidor que hoy en día no existe en la carga del auto convencional.
Pero todo esto, claro está, dependerá de cómo penetre el auto eléctrico en el mercado, y de cuan largo sea el periodo de convivencia entre ambas tecnologías. Se puede pensar que estas dos formas de moverse, es decir la eléctrica y la convencional, convivirán por muchos años.
Por: Roberto Stazzoni Gerente
Técnico SCAME Argentina SA Electrical Solution & Ecomobility.
Socio fundador de la Asociación Argentina de vehículos Eléctricos y Alternativos (AAVEA).
Fuente: Pulso Ambiental Revista FARN
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