Argentina Minera: A un paso del fracaso
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- El 8 junio, 2012
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Ya hemos advertido sobre el peligro que para la sociedad argentina resulta la ignorancia de nuestra clase política. Quiénes conducen un estado o aquellos que pretenden hacerlo en un futuro, frente a las responsabilidades de ser quienes toman decisiones por todos, deberían actuar y opinar con fundamentos sólidos en aquellos temas que construyen el Bien Común.
Está claro que la minería es uno de esos temas. Apareció como política de estado en los años noventa, más precisamente a partir de la sanción de la ley de inversiones 24.196 votada por todos los partidos políticos argentinos con la sola excepción de un voto de la UCDE de Álvaro Alsogaray. La invariabilidad tributaria al momento de que se presenta un proyecto de explotación, al igual que acontece en los países de la región, fue la medida que otorgó seguridad jurídica y lo que posibilitó que hoy existan una quincena de emprendimientos en producción, tres en construcción y una decena en condiciones de factibilizarse a la brevedad en cinco provincias argentinas.
Fue el talento y el sentido común de los dirigentes lo que puso en marcha la minería ignorada y desechada históricamente como fuerza industrial en argentina. Antes de eso, sólo se miró y atendió a la pampa húmeda y, a regañadientes, a las pequeñas y siempre subsidiadas economías agro-ganaderas de las provincias extra pampeanas.
El vecino Chile sin pampas nos muestra lo que podrían ser las provincias cordilleranas si algunos dirigentes abandonaran la tentación populista. Las declaraciones que sólo persiguen el aplauso se convierten en un puñal certero apuntado al corazón de la proclamada justicia social. En los últimos meses, un claro discurso de la Nación y de las provincias, aventó el peligro que conllevan aquellas aseveraciones delirantes que acusan a la minería de secar ríos, contaminar sus aguas y producir enfermedades “raras” en los pueblos cercanos a los proyectos. Como pasa con toda mentira el tiempo es el mejor verdugo de las premisas falaces: las actuales operaciones metalíferas, algunas con más de 14 años en operación en nuestro país y las más de 4.500 minas en Chile, desmienten a diario las agoreras predicciones de la cofradía antiminera.
Sin embargo, hoy un nuevo riesgo enfrenta el propósito de aprovechar los extraordinarios recursos mineros con los que cuentan el país y las provincias. Una tentación demagógica posó su mirada sobre la cuestión “renta minera”.
Ayer, el desinterés de los dirigentes por la minería, llevó a desaprovechar una de las siete geografías más mineralizadas del planeta. Hoy otra “elite” habla con desconocimiento o ligereza de la minería y su rentabilidad menoscabando la decisión política de la Presidenta y las provincias de la OFEMI de impulsar el desarrollo minero como Política de Estado, haciendo peligrar: inversiones, infraestructuras, salarios, impuestos, desarrollos de toda índole. Así se ve amenazada la llegada de capitales dispuestos a transformar en riquezas nuestra gran potencialidad. Hoy las inversiones comprometidas en la minería de Chile o Perú quintuplican las anunciadas en nuestro país y esto constituye un dato irrefutable.
Hay, en el arco político, quienes no advierten que estamos compitiendo con más de 80 países para atraer los imprescindibles capitales de riesgo y de inversión distintivos de la industria minera. Capitales que no son infinitos, y que en tiempos de crisis son más exiguos todavía. Apenas atrapamos el 7% de los recursos que llegan a la región con destino a exploración minera. En este contexto, minas y proyectos que se reformulan y ajustan, en una Fase Uno y otra Fase Dos resultan la clara expresión de la brutal desaceleración de inversiones mineras proyectadas para Argentina. Queriendo ignorar este dato, hay políticos que reclaman “rentas extraordinarias” y proponen: el aumento de las regalías como en el Chile de Piñera o en el Perú de Humala; sin decir que esas tributaciones son inferiores a las que desde hace 15 años ingresan en Argentina.
Un reciente estudio de la consultora abeceb, para un escenario de renta del 30%, demuestra que la carga tributaria por regalías como porcentaje del margen operativo antes de impuestos es del 8% en argentina, un 5% en Chile y un 4,9% de Perú. Es destacable el ejemplo de San Juan, donde el acuerdo entre el gobierno y mineras cambió el cálculo “en Boca Mina” por el tributo del 3% del VBP (valor bruto de producción), y si se le sumamos el 1,5 % del VBP aportados por las empresas en la constitución de un Fondo de Infraestructura para desarrollos regionales, advertiremos que San Juan atrapa un 15% del mencionado margen operativo, con lo que triplica lo que capturan Chile y Perú.
La minería como la soja, los automóviles o los celulares, los vinos, la venta de pan, el turismo: Es un negocio. Nadie lo lleva adelante perdiendo plata, ya que si lo hicieran al poco tiempo no hay más autos, botellas de vinos, oferta de pan, hoteles o producción minera.
En la minería, desarrollar el negocio es mucho más complejo que en otras actividades. Los tiempos de maduración no son ni por asomo parecidos. Los precios de los metales son muy cambiantes como lo enseña la historia. La seguridad jurídica y las cargas tributarias deciden la dirección de las inversiones; en la primera estamos flacos, después de la expropiación de YPF cuesta convencer afuera sobre la ventaja de invertir en nuestro país Y si un nuevo negocio se concreta, no se sabe el costo de remitir divisas para devolver capitales e intereses.
En cuanto a la presión fiscal, con regalías que duplican a las que se cobran en los países de la región, con un impuesto a las ganancias del 35% y retenciones que no se aplican en otro país minero del mundo; se levantan voces que hoy reclaman una “renta más Justa”. No reparan que estamos A Un Paso del Fracaso. A esa dirigencia se le imputará no haber sido capaz de generar escenarios razonables para atraer inversiones. Inversiones que nos posibilitarían captar más impuestos: nacionales, provinciales y municipales. Generar trabajos de calidad. E Inducir desarrollos sustentables de pueblos y provincias.
Debemos trabajar para sacar a muchas familias de la pobreza, el sometimiento más humillante que pueden padecer en democracia. La minería puede ayudar mucho en esa tarea. Sólo hay que darle una oportunidad.
Por: Mario Osvaldo Capello
Ingeniero de Minas
Diputado Nacional y Provincial M.C
Enviado por: Dr. Geólogo Eduardo Hugo Peralta
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