Medicina y ambientalismo extremo. (Dudas de un lego)
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- El 17 marzo, 2009
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En los últimos tiempos se observan polémicas periodísticas, tanto en Estrucplan como en publicaciones similares relacionadas con el tema ambiental, en las que participa ocasionalmente alguno que otro médico que demuestra cierto “menosprecio” hacia otras profesiones, generalmente las técnicas y que son tan dignas de respeto como la medicina.
No existe actividad humana alguna que no incida de algún modo sobre el medio ambiente y la medicina no es la excepción.
Siendo en mi caso totalmente lego en cuestiones de salud, me gustaría plantear ciertos interrogantes a alguno(s) de esos médicos para conocer su visión acerca del papel de la medicina en asuntos ambientales y mejorar mis criterios. No es mi intención ofender a nadie (pese que en sentido inverso, la ofensa gratuita suele ser habitual) de modo que me gustaría mantener las diferencias que hubiere dentro de cánones civilizados.
Señor Médico : entiendo que la finalidad de la profesión de Uds es procurar la salud del ser humano. También, como muchos otros, pueden simpatizar con una incondicional defensa del medio natural. Perfecto.
Sin embargo, hay algunas cosas que no me cierran:
- La población mundial creo que está cercana (¿o ya llegó?) a los 7000 millones de habitantes y muchos investigadores suponen que se estabilizará de aquí a 70-100 años en alrededor de 11000 a 12000 millones. Prácticamente nadie espera más que eso, si es que se puede confiar en los famosos “modelos” de computadora (acerca de los cuales, personalmente, tengo mis reservas). La nuevas técnicas de producción y provisión de bienes y servicios de todo tipo, tienen gran parte del mérito de que eso sea posible, al permitir que la mayor parte de esa gente tenga trabajo y no muera de hambre .
El progreso es evidente en casi todos los órdenes hasta para un ciego, pese a que todavía existen varios países con graves problemas sin resolver. Ejemplos Somalía o Haití.
- La esperanza media de vida del ser humano ya superó los 55-60 años, o sea más o menos el doble que en toda la historia de la humanidad previa al siglo XX. Hay países donde el promedio ya es mayor de 70 años, caso Japón y varias naciones del primer mundo. La Argentina cumple un honroso papel, muy cercano a esas cifras.
Es obvio que la profesión de Uds ha sido un factor fundamental en ese triunfo tan sensacional, por lo cual sólo cabe felicitarlos sin reserva alguna. Para ello se ha provocado incluso la “extinción” definitiva de algunas especies como el agente patógeno causante de la viruela y he leído por allí que se intenta lo mismo con el de la Lepra, que se ensañaron con la humanidad durante siglos o milenios. Para bien de nuestra especie y en lo que a mi respecta: ¡les pido que no aflojen y que sigan así !.
Como vivimos en una subdesarrollada nación del Tercer mundo, quisiera mencionar otros objetivos importantes, sin duda ya bajo estudio por parte de Uds.
Ejemplos: ¿Sería posible lograr en el corto plazo la extinción biológica definitiva del Vibrión colérico, de la Vinchuca, del mosquito Anopheles y la mosca Tsé-Tsé (africana) ?.
Es evidente que la tasa de natalidad mundial ha disminuido mucho en casi todo el mundo (lo típico es 1 a 2 hijos por familia en promedio, incluso en Argentina). La consecuencia inmediata es una tendencia al envejecimiento de la población, pues en cada período de tiempo de 25 a 30 años, coexisten tres generaciones (y parcialmente, hasta cuatro) .De allí el colapso de los sistemas previsionales (pocos jóvenes “aportantes” contra demasiados ancianos “cobrantes”, a los cuales estoy a punto de ser incoporado contra mi voluntad) y de los sistemas de salud pública, pues no dan abasto (cosa que muchos médicos siempre recalcan en los diarios) . Este tema y sus implicancias da para mucho, pero prefiero no irme por las ramas, al menos por ahora.
Sin embargo, hay opinión generalizada de que el problema ecológico se debe al exceso de seres humanos en el planeta tierra, pues la “bomba poblacional” estaría desvastando el medio natural (yo no lo creo así) pero si lo pensamos bien, la naturaleza estaba más tranquila y en equilibrio prístino en los tiempos del hombre de Cromagnon, donde la vida media del hombre no llegaba a los 30 años, apenas existían 10 o 12 millones de seres humanos en todo el mundo y la mortalidad infantil era del 50 % o mayor.
Aquí viene entonces una pregunta decisiva: ¿Está el hombre al servicio de la naturaleza o al revés?. Porque vuestra profesión, al pujar por la mayor longevidad y colaborar al mismo tiempo con el aumento poblacional del mundo, pasaría a ser una actividad extremadamente “perjudicial” para el medio ambiente (¿o no?), mucho peor incluso que la de ingenieros, geólogos, industriales, químicos, agricultores, etc., que buscan aumentar la disponibilidad de bienes, servicios y puestos de trabajo, disminuyendo el problema poblacional-ocupacional, mientras que Uds en realidad no paran de “agravarlo”, curando a la gente para que no se muera antes de tiempo (en mi opinión hacen muy bien en continuar haciéndolo y espero que me ayuden para poder disfrutar de mis nietos al menos por 10 15 años más).
Dentro de mi ignorancia supongo que, como profesionales de la salud, para Uds la vida humana es su razón de ser y supongo que vuestra respuesta lógica será : “primero la gente” (estoy de acuerdo).
Sin embargo, ¿cómo se compatibiliza esa preocupación, si prolongar la vida humana significa perjudicar al medio ambiente natural?. ¿Habría que fusilar a todos los pediatras y geriatras para evitar que nuestra especie prolifere demasiado?.
Ahora bien: además de salud, la gente necesita trabajo para vivir. Con la población actual ya es imposible que todo ser humano se dedique a la economía de subsistencia como en los tiempos prehistóricos. Algunas familias todavía pueden hacerlo, especialmente en nuestra Argentina, habitando en las aún extensas, aunque pobres, tierras fiscales donde son considerados “ocupantes ilegales”(aunque vivan allí desde hace mas de 300 años). Son esas familias de puesteros en los cerros o el desierto, que con 200 a 300 cabras (no menos de 2500 Has) y un cuadradito de chacra (maíz, habas, zapallo, que son mas fáciles de conservar a salvo de las ratas) susbsisten el año entero. Para su manutención elemental, esas familias son casi autosuficientes pero, cuando se enferman, deben recurrir a los hospitales públicos donde Uds los curan, aunque al precio de colaborar al colapso de los servicios debido al “exceso de demanda” (al menos eso suelen decir Uds en los diarios). Claro: pese a una mortalidad infantil del orden del 10 % en esos medios rurales (pregúnteles a cualquiera de ellas cuantos hijos perdieron), para una familia “puestera” (en general padre-madre y 4 a 8 hijos) esas condiciones de economía de subsistencia pueden continuar a la muerte de los padres, ocupando el mismo campo-espacio vital tolerado……… para UNO de los hijos con su familia. ¿Y el resto?. Al resto lo aguardan las periferias del pueblo mas cercano, el cirujeo, el “changueo”, la cosecha estacional (20 a 30 días al año), el puestito supernumerario municipal, el “clientelismo”político (¿ a cambio de prebendas o planes “descansar”?) y, tiempo después, especialmente los conurbanos de Córdoba, Rosario o Buenos Aires, donde antes recurrían (¿ o siguen recurriendo todavía ?) en búsqueda de trabajo mas estable.
Dicen que en otros tiempos (1930 a 1970 más o menos ) esa migración interna a las grandes ciudades argentinas generó las tristemente célebres “Villas miseria”, pero hoy ya no sería tan así (ahora también crecen solas por razones vegetativas).
¿Qué se puede hacer para disminuir esa migración interna ?. Muchos dicen : “generar fuentes genuinas de trabajo en las áreas de origen para que no migren a los conurbanos”. De acuerdo, pero se me ocurre difícil que la Toyota, o Botnia, o IBM, o Monsalto, o alguna fábrica de medicamentos, o industria de nivel similar, se instale en Coranzuli (Jujuy), Tolar Grande (Salta), Antofagasta de la Sierra (Catamarca) , Jagué (La Rioja), Colangüil (San Juan), “Agua escondida (Mendoza) o cientos de localidades similares de toda la Argentina.
La ganadería intensiva (la extensiva la saben hacer sin ayuda alguna) no cambiaría mucho las cosas.
No se quiere agricultura intensiva de regadío o de secano, por los desmontes, porque afecta el paisaje, consume mucho agua, erosiona o saliniza los suelos, ocupa “tierras sagradas ancestrales”, limita el habitat de los animales salvajes, etc., etc .
Las papeleras tampoco, por múltiples motivos acerca de los cuales abundan comentarios obvios en Estrucplan (¡pero que no falte papel blanco para imprimir folletos anti papeleros!).
Podría desarrollarse la minería y sus industrias derivadas de transformación, como fundiciones metálicas, fábricas de ácido sulfúrico, hornos caleros, cementeros, moliendas de yeso agrícola (para la soja ¿Vió?), vidrio, cerámicos, etc, etc., que producen efectos ambientales importantes aunque muy puntuales sobre extensiones muy limitadas de tierra, pero no se quiere porque “contaminan” (¿?).
En otras palabras: ¿ el cuento de la gata Flora ?.
Es imposible hacer tortilla sin romper algunos huevos.
En síntesis señor médico, con todo respeto le pregunto: En su opinión sincera : ¿Primero la gente o primero el “impacto ambiental cero”? . ¿Conoce la diferencia entre “impacto cero” e “impacto tolerable-controlable-sustentable-sostenible, sin recurrir a chicaneo conceptual?.
Ignoro la razón, pero creo observar en ciertos médicos una “tendencia fóbica” a toda posibilidad de industrialización o actividad productiva (cualquiera), supuestamente por “razones ambientales” y porque afectarían (¿?) a la salud . ¿No será un tanto cruel decirles “señor desocupado: puede morirse de hambre con toda tranquilidad, porque le garantizamos un perfecto estado de salud en su bucólico pueblito natal?”.
¿Por qué oponerse a industrias lícitas que, bien trabajadas producen un impacto ambiental inevitable, aunque controlable, pero que le dan a la gente una oportunidad laboral para vivir mejor y dignamente, manteniéndose a sí mismos y a sus familias, lejos de la indigencia y sin necesidad de superpoblar las grandes ciudades ni los hospitales públicos?.
¿Porqué esa desconfianza hacia la tarea y capacidad de los técnicos encargados de instalar, operar y controlar a las industrias o actividades productivas ?. ¿Temen acaso que no lo sepan hacer?. Resulta curiosa semejante tendencia viniendo de Uds, que son las victimas preferidas de la “industria del juicio”, con la excusa de la “mala praxis”. Ejemplo: he leído que más de la cuarta parte de los médicos argentinos tienen problemas de ese tipo.
Así como algunos de Uds se consideran con derecho a desconfiar de la capacidad de los técnicos, podría suceder que esos técnicos retribuyan la desconfianza (el famoso “por algo será “….) basándose en los problemas que vuestra profesión suele tener en los tribunales. Pregunta: ¿se trata de mañas de algunos abogados empeñados en hacerles la vida imposible a vuestros colegas o es que realmente hay problemas de capacitación en algunos médicos argentinos?. ¿Por eso tenemos que descalificar a todos los médicos?. Evidentemente NO.
Sin embargo, “está bien visto” condenar ante la opinión pública a todo ingeniero, químico, agrónomo, industrial, geólogo, agricultor, etc, etc. que quiere hacer algo, con la excusa de la nueva “religión verde” y donde para cualquier tema pareciera igualmente válida la opinión del cartonero Baez , del payaso “Opinetti” o la del finado Dr Favaloro, sin menospreciar a ninguna de esas profesiones?. En democracia todos pueden opinar, pero el valor de las opiniones para cada tema, depende mucho de quién proceden : no sería mas que la aplicación del sabio refrán de “zapatero a tus zapatos”.
Me gustaría alguna respuesta lógica, racional.
Dada mi supina ignorancia y el bajísimo valor de mis opiniones en temas que desconozco o conozco sólo a medias, será un placer instruirme con vuestro digno criterio fundamentado y tal vez continuar la polémica, si sirve para hablar claro al menos alguna vez..
Atentamente.
Por: Dr Peralta Eduardo (Geólogo)
DNI 7975695
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