Compostaje tradicional vs. lombricultura
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- El 1 enero, 2000
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Los múltiples beneficios de la materia orgánica en la fertilidad de los suelos y los bajos contenidos de la misma que presentan los suelos de Mendoza, hacen que la aplicación de abonos orgánicos en los cultivos agrícolas sea una práctica común.
Los “guanos” -estiércoles de diferentes animales- constituyen los principales abonos orgánicos utilizados en la provincia. En la mayoría de los cultivos en los que se cumple un programa completo de fertilización, se incluye la aplicación de “guanos” y fertilizantes inorgánicos como urea, 18-46-0, etc.
Las buenas prácticas agronómicas de aplicación de la materia orgánica a los suelos agrícolas aconsejan que sea incorporada con cierto grado de descomposición y estabilización.
El “quemado” de cultivos, la incorporación de microorganismos patógenos, altas concentraciones salinas que contaminan las napas, la pérdida de nutrientes o las marcadas deficiencias momentáneas de algunos de ellos en los cultivos, son algunos de los inconvenientes que surgen cuando se incorporan al suelo, por ejemplo, “guanos frescos” o poco descompuestos.
La materia orgánica descompuesta y estabilizada recibe el nombre de compost y el proceso para lograrlo, compostaje.
En Mendoza, se usan dos métodos o tecnologías de compostaje: el compostaje tradicional, bajo condiciones aeróbicas -el más utilizado- o anaeróbicas, y el vermicompostaje, más conocido como lombricultura.
Compostaje tradicional o el “humus de lombriz”
El compostaje tradicional consiste en la acumulación de materia orgánica, comúnmente en pilas o montones, y el mantenimiento de condiciones adecuadas de temperatura, que alcanzan los 65° C; humedad, 60% y tensión de oxígeno de acuerdo a que se trate de descomposiciones aeróbicas o anaeróbicas, por plazos de tiempo determinados, que permiten que actúen los microorganismos presentes o incorporados ex profeso, causantes de la descomposición.
El vermicompostaje o lombricultura, reside en la alimentación de lombrices con materia orgánica semidescompuesta cuyo proceso de descomposición es terminado en el aparato digestivo de la lombriz. Una parte de esta es utilizada por las lombrices para su desarrollo, y la otra depositada en forma de fecas en los lugares de crianza.
La diferencia fundamental entre el compostaje tradicional y el vermicompostaje, radica en los microorganismos que actúan en la descomposición de la materia orgánica.
En el primero actúan microorganismos termófilos, porque en la fase inicial del proceso de descomposición se alcanzan altas temperaturas de 65° C. En el segundo, se trata de microorganismos mesófilos, ya que se mantienen valores inferiores a los 35°C, mediante la alimentación de las lombrices en capas inferiores a los 40 centímetros y el riego de las mismas, que impiden la elevación de la temperatura.
En ambos casos se obtienen productos con menores contenidos de carbono, con el consecuente aumento relativo de la mayoría de los nutrientes para las plantas. Se trata de sustancias de color marrón oscuro o negro, en las que no se distingue la materia orgánica que le dio origen, rica en macro y micronutientes, como en microorganismos benéficos para el suelo.
Mientras en el primer caso al producto obtenido se lo llama compost, en el segundo se lo conoce como humus de lombriz, lombricompuesto o vermicompost.
“Historias” más cerca de la realidad…
Al tomar la decisión de utilizar o producir uno u otro tipo de compost, son varios los aspectos a considerar: calidad del producto, complejidad y plazos de obtención, inversiones y/o costos, etc.
Si bien en los últimos años, han proliferado “historias” que, contadas con grandilocuencia en el “folclore de los jardines”, destacan las cualidades altamente beneficiosas del uso del humus de lombriz sobre otros abonos, han generado dudas respecto al real valor de este abono para los cultivos.
Sin embargo, evidencia científica producida y publicada en los últimos años, en diferentes partes del mundo, sugiere que estas “historias” estarían más cerca de la realidad que de la exageración.
Al comparar análisis químicos y de nutrientes en numerosos composts y lombricompuestos, se ha encontrado que existe una tendencia a que los vermicompost presenten menores valores de pH y una mayor concentración de nutrientes, principalmente nitrógeno y fósforo, que los compost.
También es bastante común que los humus de lombriz presenten menores concentraciones de nitrógeno en forma de amonio y mayores de nitrógeno en forma de nitratos, lo que se traduce en una mayor concentración de nitrógeno disponible para las plantas por los vermicompost.
Con estos resultados no podríamos sacar conclusiones valederas si no se hubiera experimentado su aplicación en vegetales. Aquí también, la evidencia alcanzada hasta ahora es coincidente con los resultados anteriores: varias especies de interés económico han presentado crecimientos y rendimientos mayores cuando se comparó la utilización del vermicompost con respecto al “compost”, a igualdad de dosis aplicadas.
Una mejor utilización de la materia orgánica
Lo que destacan los trabajos científicos con más vehemencia es la mayor actividad microbiana de los lombricompuestos y su efecto benéfico para los vegetales. Finalmente, también se han encontrado, en los ácidos húmicos provenientes de los humus de lombriz llamativos efectos de características hormonales que favorecen el crecimiento de las plantas, cuando los nutrientes no son limitantes.
A pesar de lo mencionado, todavía quedan muchos interrogantes por contestar, fundamentalmente, al mejor modo de utilización y la adaptación del uso de los compost y vermicompost a las necesidades de los cultivos locales.
En este sentido, los principales organismos científicos en la provincia, con injerencia en investigación agrícola, han comenzado a desarrollar acciones conjuntas y concretas, como la búsqueda de fondos en distintos entes de financiamiento, ya sean locales, nacionales e internacionales, estatales y privados, para proyectos de investigación “ya elaborados” sobre los temas mencionados.
Si se comparan los procesos de obtención de compost y humus de lombriz, a igualdad de residuo orgánico transformado, se puede destacar que el vermicompostaje presenta un menor consumo de mano de obra o maquinaria que el compostaje tradicional y una mayor velocidad de descomposición y estabilización de la materia orgánica que redunda en un menor tiempo de obtención del abono.
Al analizar los costos operativos e inversiones, los primeros serían menores en el caso de la lombricultura, mientras las inversiones serían mayores por la necesidad de adquirir las lombrices.
Los bajos tenores de materia orgánica que presentan los suelos de Mendoza, consecuencia de las condiciones ecológicas existentes, hacen prever que la aplicación de abonos orgánicos continuará siendo una labor común en la agricultura provincial.
La mayor tendencia exportadora de nuestros productos agrícolas, provocada por el cambio de rumbo económico de nuestro país, favorecerá una mejor utilización de la materia orgánica -como los guanos-, la que deberá ser aplicada descompuesta y estable, si se pretende acceder a mercados internacionales con productos agrícolas de calidad “diferenciada” que cumplan con los protocolos que exijan los mercados.
Se prevé un aumento de compost y vermicompost
En los últimos años, para satisfacer el aumento de la demanda de alimentos más sanos y con menor grado de contaminación, por los países del Hemisferio Norte, los cultivos orgánicos están incrementando su superficie en nuestra provincia.
En éstos, la utilización de productos de síntesis como la mayoría de los fertilizantes inorgánicos no están permitidos y, por lo tanto, el consumo de abonos orgánicos se está incrementando al ritmo en que aumenta la superficie de estos cultivos.
Si a las dos situaciones previas sumamos que el costo de los agroquímicos se ha incrementado sensiblemente por la variación del valor del dólar -moneda de referencia de casi todos los productos importados-, es lícito prever un aumento en el uso de los composts y vermicompost. Ya está ocurriendo.
Conclusión. Las ventajas que presentaría el vermicompostaje sobre el compostaje tradicional y de los productos obtenidos, genera, juntamente con la situación agroeconómica de la provincia, un ambiente favorable y optimista para el desarrollo de la lombricultura.
Más aún ¿cuándo nos terminaremos de concientizar sobre las ventajas, no sólo ambientales sino también económicas, del reciclaje de nuestros residuos -basuras- orgánicos?
Por ingeniero agrónomo Mariano Cony
Los Andes on line
Abril de 2003
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